miércoles, 28 de marzo de 2018

Estadios que merecen una visita



Los estadios de fútbol suelen ser elementos singulares en las ciudades. Independientemente de que tengan un diseño más o menos afortunado, vamos, de que sean bonitos o feos, suelen ser un referente urbano para la mayoría de la población: casi todos los burgaleses saben dónde está El Plantío y los zaragozanos dónde está La Romareda.

En algunos casos, como el Camp Nou o el Bernabeu, se convierten en verdaderas atracciones turísticas, estando ambos en el top 10 de lugares más visitados de Barcelona y Madrid respectivamente. Aunque, en estos casos, existen elementos asociados a los estadios que son los verdaderos motores de esta atracción: el FC. Barcelona y el Real Madrid.

Hoy veremos algunos estadios y campos de futbol que llaman la atención por sí mismos.

Empezamos con el Marina Bay Stadium, en Singapur.



El campo está construido sobre una isla artificial flotante y las gradas, con capacidad para 30.000 espectadores, se ubica tras el “paseo marítimo. Debe ser la leche trabajar allí de recogepelotas.



Los noruegos, más concienciados con el medioambiente, no hacen islas artificiales, pero ante la falta de espacio, no dudan en utilizar medio islote para jugar al fútbol.



El pueblecito se llama Lofoten, y la idea de meter un campo de fútbol ahí, por sus bemoles, es la envidia de cualquier bilbaíno.



Eso sí, bajo el estricto respeto a la ley de la botella, el que la tira va a por ella.



Y, hablando de la adaptación al medio ¿qué me decís de este campo de fútbol ucraniano?



Por lo menos han sido deportivos y no han aprovechado la pendiente a favor de ninguna de las porterías.



De Ucrania nos vamos a Serbia, más concretamente a Belgrado, donde han plantado un campo de fútbol, con gradas incluidas, sobre un centro comercial.



Es la sede del FK Voždovac, un equipo de Belgrado que ha llegado a jugar en la primera división Serbia. Tiene capacidad para 5.200 espectadores.



Un estadio original es el de Mmbatho, en la ciudad del mismo nombre, capital de la Provincia Noroeste de Sudáfrica.



Con capacidad para 59.000 espectadores la originalidad reside en el diseño de su graderío.



Y terminamos con el pragmatismo japonés, aunque esto nos suponga dejar el fútbol y pasar al baseball. El estadio de Osaka fue construido en 1950 con una capacidad de 32.000 espectadores. Pero cuando el equipo Nankai Hawks se mudó en 1988 a un estadio más moderno, en lugar de derribarlo, se aprovechó su estructura para construir el complejo comercial y de oficinas Namba Parks.



Sobre el terreno de juego se construyeron dos docenas de chalets y un pequeño aparcamiento.





jueves, 15 de marzo de 2018

¿Dónde quedamos? Debajo del puente



Hace unos meses ya vimos lo crudo que puede resultar vivir debajo de un puente. Pero bajo los arcos de los puentes se pueden hacer muchas cosas. Y no, no tienen por qué ser actividades que normalmente se hacen a escondidas.

Empezamos con el sano y edificante deporte. Bajo esta autopista de Singapor han plantado una cancha de fútbol 7 muy apañada.



 En Bratislava piensan más a lo grande y han construido un campo de fútbol reglamentario bajo un imponente viaducto..



Los ingleses, padres del deporte rey, no han querido ser menos y han hecho lo propio bajo una autopista de Londres.



Pero si hay un país donde el fútbol se vive con pasión es Argentina. En buenos aires han ido un paso más allá y han encajado toda una escuela de fútbol. Se llama Penalty Futbol Center.



Pero dejemos el fútbol, que parecemos el Marca, y pasemos a otros deportes más minoritarios. ¿Qué os parece una pista de skateboard?



Otro ejemplo en Phoenix, Arizona.



O en Estocolmo



¿Cuántos jugadores de baloncesto han salido de las canchas callejeras como esta de Alexandria, junto a Washintong D.C?


O esta de Moscú.



Y después de tanto deporte ¿Qué tal unas cañas?



Y para que los niños no se aburran una auto escuela infantil, para que vayan conociendo las señales. Eso sí, con triciclos, que no queremos ninguna desgracia.




O un pequeño parque infantil, para los papas que prefieren distracciones más clásicas para sus peques.



Y terminamos con un pequeño cine de verano, para aprovechar esa penumbra que ofrecen los puentes. Eso sí, las palomitas hay que traerlas de casa.