miércoles, 28 de febrero de 2018

Los ciclistas en su sitio. Los demás también



No es raro encontrar foros, charlas o debates donde se percibe un claro ánimo anti-ciclista. Normalmente se trata de personas que, desde su visión de automovilistas, critican los comportamientos de algunos ciclistas. La mayoría de estas críticas trata de justificar la falta de consideración de los automovilistas hacia los ciclistas con argumentos del tipo “ellos son los primeros que no respetan las normas” (como si ello nos diese derecho a "castigarles"), o “es un peligro encontrarte con ciclistas que circulan a 20 km/h en una carreta de 90 km/h”. Además, la tendencia a la generalización es asombrosa (“ese ciclista se ha saltado un semáforo en rojo” pasa a ser “los ciclistas se saltan los semáforos en rojo”).



En el fondo, a nadie nos gusta tener que reducir la velocidad hasta que se den las condiciones para adelantar a los ciclistas. Es una auténtica lata ir en carretera uno o dos minutos detrás de un grupo de ciclistas hasta que no venga nadie de frente para rebasarles. Y no digamos si, en ciudad, aprovechan un semáforo en rojo para colocarse delante y después nos toca “sufrir” la lentitud de su marcha.

Pero es que los ciclistas no caen bien ni a los peatones. Muchos viandantes se quejan del peligro que supone la circulación de bicicletas junto a ellos cuando el carril bici y la acera están al mismo nivel, sin ningún tipo de separación. Por supuesto, obvian el hecho de si respetamos el espacio para el carril bici esta “amenaza” se reduce de forma notabilísima.

Dicho esto, los ciclistas deben ir por su sitio: si hay carriles bici por el carril bici, en carretera, por el arcén si es transitable y, si no lo fuera, por la parte imprescindible de la calzada (DGT dixit).

Pero el resto de usuarios de la vía también debe ir por su sitio.   Además, pongámoselo fácil a los ciclistas, porque en muchas ocasiones se les echa de su “espacio natural” y, claro, luego nos quejamos de que “molestan”.

Empezamos con los peatones que hacen suyo el carril bici. Así es de cajón que nos moleste una bici pasando a 20 km/h.



Y es que, muchas veces, parece que el pavimento liso del carril bici actúa como un imán para los peatones.


Y no digamos para los corredores.


Luego están las terrazas de los bares. Estas, aunque son de "quita y pon", no se apartan cuando vienen ciclistas.


¿Hemos dicho que son de "quita y pon"? No todas. Algunas se hacen perennes sin ningún pudor.


Luego están las paradas de autobús. Ojo, que en este blog somos firmes defensores del transporte público, pero agradeceríamos un poquito más de cabeza a la hora de integrarlo con la movilidad ciclista.



Y terminamos con algunos conductores que muestran una absoluta falta de consideración por los carriles bici. No os imagináis lo fácil que ha resultado encontrar ejemplos.

Poniendo los intermitentes a modo de "es solo un ratito"


Aparcados sin pudor en Córdoba.


O en Palma de Mallorca.


O en Ponferrada, aunque este, así solito, canta más.


Pero lo que ya es de juzgado de guardia es cuando aparca en el carril bici un coche de policía.


O cuando circula un coche de los servicios técnicos del Ayuntamiento, como en este caso de Córdoba.


O este otro de León.


Por favor, abandonemos la idea de que "en el carril bici no molesta".


NOTA FINAL: en 2015, más del 80% de los accidentes entre ciclistas y automovilistas fueron culpa del conductor del automóvil.








miércoles, 14 de febrero de 2018

Yo voy soñando aceras

Decía el poeta:

La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea
se enturbia y desaparece


Sirva esta evocación al genial Machado para traer hoy al blog, no caminos, sino aceras que "se enturbian" y desaparecen. Hechos arropados, en muchas ocasiones, por una cultura de falta de consideración hacia el peatón.

Empezamos en Burgos, en la Calle San Francisco, donde 3 plazas de aparcamiento parecen ser más importantes que la continuidad peatonal


Tal vez haya que preguntar al urbanista responsable: ¿y cómo se suponen que llegan los conductores a los coches allí aparcados? No le deis más vueltas, los conductores suben al coche por el lado de la calzada. Los acompañantes/pasajeros ya se buscarán la vida.

En Arenys de Mar (Barcelona), la Carrer de la Platja de Cassà discurre junto a la línea de ferrocarril. En un momento dado, y sin un motivo que se atisbe a simple vista, los espacios ferroviarios se ensanchan y la valla del ferrocarril se come la estrecha acera que viene desde la estación. Y, por si algún valiente tenía la intención de seguir por la acera, la siembran de obstáculos.


En Madrid tampoco son raras las aceras que, de repente, desaparecen. Casi siempre a favor del automóvil. Como en esta calle del barrio de Fuencarral.


En la capital de España parece que no es necesario que la acera se estreche por sí sola. Si el urbanista previó aceras suficientemente anchas,  ya se encargan algunos de estrecharla. Esta vez en favor de la actividad comercial.


La situación se repite en otras localidades de la Comunidad de Madrid, como Algete. Aquí un ejemplo de la Ronda de la Constitución, una de las vías arteriales del casco urbano algeteño.



Vamos ahora a Soria, en la calle Nicolás Rabal, junto al Parque Alameda de Cervantes. Extraña mezcla de diseño urbano: aceras y calzada al mismo nivel (¡bien!); pero con una cuneta separando ambos espacios (¿?); un pavimento en la cazada muy estético pero absolutamente irregular (¡mal!); y finamente, una acera que se desvanece


Pero los que se llevan la palma haciendo desaparecer aceras son los gallegos. Podríamos decir que son unos auténticos magos de la anti-accesibilidad.

Empezamos en Santiago de Compostela, en la Rúa do Lindero, donde no se andan con disimulos de reducir la sección de la acera poco a poco. Nada de medias tintas: si nos importa un pimiento el peatón ¿para qué andar con titubeos?

Foto: Xoan A. Soler

Seguimos en Cambre, en un cruce que no tiene desperdicio, ni para el peatón (que es quien nos ocupa) ni para el automóvil. El cruce de Volta das Carrozas, donde confluyen, en pleno centro urbano, la carretera procedente de O Temple (CP-1706) con la que se encamina hacia Sigrás (AC-214), es un punto negro de la localidad gallega. En lo que concierne al peatón, nos imaginamos por qué.


Y terminamos en Cee, donde el tejado de una casa se come por completo la acera. ¿Alguien da más?

Foto: J. Carlos Torrero